Maverick era apenas un ser de carne y hueso cuando Joey Maxwell y su esposa lo vieron por primera vez en un refugio para muertos. Lo adoptaron y MAF se convirtió en un miembro de su familia durante seis felices años.
Por eso, cuando hace unos años le diagnosticaron un linfoma al perro, Maxwell hizo todo lo posible para ayudar a su compañero de cuatro patas a luchar contra el cáncer, y la primera ronda de tratamiento dio resultado. Sin embargo, hace un par de meses, la enfermedad reapareció, lo que le impidió moverse.
Por ello, el dueño decidió llevar al perro a dar un paseo en carruaje. Lo que comenzó como un intento de hacer que los días de la muerte de MAF fueran lo más agradables posible, resultó tener un gran impacto en la salud del perro.
“Cuando lo sacamos, le ladra a todo el que pasa hasta que le da una palmadita porque cree que todo el mundo está ahí para amarlo”, explicó Maxwell a CBS News.
Y puede que tenga razón. La efusión de amor y apoyo hacia Maxwell y su perro es notable. Maxwell, por ejemplo, recibió un descuento del 50% en el carrito de la compra después de compartir su historia, y él y la cajera comenzaron a llorar. La gente del pequeño pueblo de Maxwell reconoce a Maverick y se acercan a él para mostrarle su apoyo.
MAF es un gran fanático de estos posavasos. Quizás por eso el perro se está volviendo más fuerte día a día.
“Estamos en una gran posición porque sabemos lo mucho que significa MAF para muchas otras personas ahora, y sabemos que él volvió a sentir todo eso”.
Maverick se siente querido: ¡ahora puede sentarse solo y fortalecerse día a día!